lunes, 18 de febrero de 2013

UQBAR









Uqbar. sus.m.mús.d.l.g.p. Hay siete uqbars de los que podemos dar cuenta, por ahora.
Está el país real, de ubicación incognocible, apariencia de inexistente, dimensiones indeterminadas, fronteras inciertas, población imprecisable, geografía indistinta, economía indefinida, historia inclasificable, rarezas incalificables, e imperio inconfundible.
Tenemos a nuestra disposición la palabra que la designa, por todos conocida, que nos dice tantas cosas.
Dos uqbars geográficos. Una en la orilla izquierda del Tigris entre Samarra y Bagdad. Otra en Argelia donde hay o hubo una en la cordillera del Atlas.
Existe un artículo aparecido en el volumen XLVI de la enciclopedia The Anglo American Cyclopaedia (Nueva York, 1917), que es una reimpresión literal de la Encyclopaedia Britannica de 1902.
Lo encontramos como un país imaginario en un cuento del escritor argentino Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986).
Y finalmente debemos citar a un dispositivo que agrupa a una pandilla que se expone a sí misma haciendo música.
En el paisaje de la provincia de Buenos Aires, República Argentina, una mirada distraída sólo percibiría un punto en el lejano horizonte, en la vasta llanura, produciendo sonido, haciendo música, pero esta Fata Morgana es engañosa ya que la actividad de la horda no es exclusivamente musical. Aproximándose, el curioso descubrirá en esta región, cuyas fronteras se disuelven en el mundo, como se hibridan, mezclándose como en una licuadora, muchas prácticas destrezas conocimientos hábitos y costumbres, estilos y métodos, lenguas, ritos, relatos y herencias, historias y viajes de migrantes que producto de un previo mestizaje forman camarilla, situándose en un espacio en común para fundar un sitio. En este punto de convergencia [sin duda un Aleph], la búsqueda colectiva resultante produce músicas vivas, instantáneas de un momento dado en el proceso de su construcción. Sus cualidades extravagantes (obviamente sobresalientes) son:
Un estilo indeterminado; una voz propia; un su sonido acicalado complejamente pero no estrafalario, elegante, no chillón [porque el atavío suele revelar a los personajes, y los de categoría y calidad son de suma distinción a este respecto].
No toman ni dan prestado [porque se vician los buenos recursos]; escuchan el sonido de todos, y no se guardan el propio, a todos prestan oídos, y su voz, a quien quiera oír; sobre todo, son fieles a sí mismos [de ello se sigue, como el día a la noche, que no son falsos con nadie].
Revelan su discurso con soltura, sin vocearlo como lo haría un propagandista; no se contonean ni braman, lo hacen todo con mesura [porque en un torrente tempestad torbellino de emoción la sobriedad da fluidez (exaspera ver cómo los escandaloso desgarran y hacen trizas la emoción atronando los oídos con ruidos y pantomimas absurdas)]; tampoco son tibios apáticos blandos distantes helados tiesos como palo; los guía el equilibrio, amoldan el gesto al sentimiento y el sentimiento al gesto, cuidando sobre todo de no exceder la naturalidad, pues lo que se exagera se opone al fin de esta empresa, cuyo objeto ha sido y sigue siendo poner un espejo ante quien percibe, mostrar un mundo posible, haciendo música.
La música que la camarilla expone las causa integra, meticulosa y delicadamente [temerariamente] un sujeto de apellido Díaz, uno de esos Díaz. Sus secuaces situados en el lugar de los afectos [apegos aficiones afecciones simpatías estimas preferencias querencias vocaciones predisposiciones disposiciones inspiraciones], hacen [obran ensayan arreglan cantan trabajan producen, se acoplan], hacen música.
Las obras aluden a textos literarios, sugieren un saber; o intentan relatar alguna historia personal, atañen a la memoria y su consecuente olvido; o describen paisajes íntimos, una manera de penetrar en la privacidad de las cosas, una manera de trabajar la materia cálida y densa; citan imágenes ruidos texturas sabores olores, el cuerpo en un rincón fuera de la extravagancia, una aparición surgida, una visión a la vez concreta e inmaterial. Todas sugieren al oyente un rompecabezas que toma la materia sólida del sonido, música.
Hay en este territorio, con la apariencia de un mosaico, ocasiones en las que emergen acciones dramáticas, pregonado de textos, performances e imágenes en movimiento, que se combinan creando una intrincada red, proponiendo nuevos sentidos, superponiendo capas de significación a la música.
El resultado es la ampliación del campo perceptivo, multiplicando al infinito lo propio de los sentidos, estableciendo una relación activa del perceptor con las obras, que entregados al encanto del sueño-espejismo [colosal fenómeno óptico, escenificación destinada a hacer surgir en un paisaje una apariencia, una metamorfosis de una acuarela], son capaces de ver, gustar, sentir, oler y oír más música.
Hoy con densidad Uqbar dibuja su cartografía personal.
Hoy Uqbar hace música.
[De Die Encyclopaedia avec Uqbar, New Edition, Vol. VI "Ukbar" (Luján, A.C.Fountaine, 1988), pp. 790b-791a in El-Ukbar; Vol. X "T-U", pag. 435a for Uqbar avec the Pampas in Argentine.]